martes, 28 de julio de 2009

Varios asombros

Voy a escuchar a la Orquesta de la Ciudad de los Reyes porque quiero ver cómo dirige la española Inma Shara, de la que he oído hablar mucho y siempre para bien.
Y me quedo asombrado. Por Inma Shara, esta vasca que parece un relámpago rubio, y por la orquesta, que suena como debía de sonar una orquesta nacional si tuviéramos política cultural y si tuviéramos Estado.
En un programa dedicado a músicos españoles se asoma, como un tímido intruso, el peruano Alekhine Rebaza. Estrena su Rapsodia Andina, que resulta intensa y bella y magistralmente interpretada bajo la batuta de Inma Shara. Es el tercer asombro de la noche.
El Intermezzo de la ópera “Goyescas”, de Enrique Granados, y la Danza Número 1 de la ópera “La vida breve”, de Manuel De Falla, son parte de la cumbre de este festín de talento y buena música.
Si la música requiere lirismo y precisión, técnica y nervio, relojería y corazón, Inma Shara abunda en todo ello. Le arrancaría una sinfonía al bosque si en sus manos estuviera la dirección del viento.
Y en eso viene “Aires Gitanos”, de Pablo de Sarasate, que es el Paganini español (y por español, claro, no tiene la fama de Paganini). Sarasate, nacido en Pamplona, fue discípulo y José Courtier en Santiago de Compostela y de Urbano Casasvellas en Pontevedra, desde donde partiría a Madrid, donde sería patrocinado, gracias a su genio, por la reina Isabel II. Su formación la terminó en París y fue tan famoso y reconocido que Edouard Lalo y Saint Saëns le dedicaron una sinfonía y un concierto. Sarasate compuso algunas de las piezas más difíciles y prodigiosas para violín.
Pues bien, una de ellas, la archifamosa opus 20, llamada “Aires Gitanos”, se toca esta noche de julio del 2009 en el colegio Santa Úrsula. Y quien la toca es un niño peruano de 17 años llamado Andrés Ramírez-Gastón Costa.
Sus nervios, al saludar, son los míos. ¿Podrá con este peso colosal? “Aires Gitanos” se estrenó en 1878 en Alemania y fue recibida con vítores. Se trata de una obra que ha sido grabada por Itzhak Perlman, interpretada por Yehude Menuhin y que figura en el repertorio más exigente de figuras mundialmente consagradas como Anne-Sophie Mutter. ¿Podrá este Andrés nuestro?
Sí, pudo. Y no podemos cesar de aplaudir a este prodigio nacido en Lima en 1992. A este milagro hecho a pulso y a contramano de las entidades oficiales y del Estado imbécil que dice “teníanos” y tiene la cara de Alva Castro y la chequera de algún proveedor.
Porque esta noche qué lejos estamos de la ordinariez de la política y qué cerca de lo mejor de la humanidad. Y la noche no acaba. Porque después de la hazaña del adolescente Ramírez-Gastón Costa, viene Joaquín Turina, siempre pleno y complejo, moderno y frío. Y después de Turina, la Shara nos regala “Las bodas de Luis Alonso”, carabela española de la conquista cultural con letra de Francisco Javier de Burgos y música inolvidable de Jerónimo Giménez.
¡Qué noche!

1 comentario:

Salvador Núñez dijo...

Solo por esos momentos vale la pena vivir en Lima, aquí en Arequipa esos eventos son más esporádicos, pero se dan.
Feliz 28 de Julio Señor Cesar Hildebrandt.

Salvador (humano666)